Vas por la calle, te topás con eso que tanto querías, se desbloquea un deseo y al ritmo de “Lo veo y lo quiero. Lo quiero y lo tengo”, sacás tu tarjeta y… ¡saz!, aparece una vocecita que te corta el cantito de Wanda y te hace pensar si tenés que comprar eso o no, si estás gastando de más, si realmente es necesario, y cosas por el estilo. Luego otra voz te dice con mucha más seguridad: ¡Dejá de dudar, comprá que estás haciendo lo correcto! ¿Acaso apareció el sesgo de confirmación?
Tranqui, no te pasa solo a vos. Se activa un fenómeno psicológico conocido como “racionalización post-compra” que todas las personas experimentamos de diferentes maneras.
El caso es que este fenómeno puede llevarte a gastar de más, así que es clave reconocer cuando te pasa y saber cómo evitarlo.
Le preguntamos a la Inteligencia Artificial cuáles son las frases que más usamos para justificar nuestras compras. Vos dirás si se equivocó o nos lee la mente.
¡Ufff, qué clásico! Más típica que una empanada en el almuerzo del 25 de mayo. La usamos para convencernos de que, después de un esfuerzo o situación difícil, tenemos derecho a darnos un “premio” en forma de compra, aunque no sea estrictamente necesaria.
Aliada indiscutida para justificar una compra impulsiva basándonos en el descuento, aunque no hayamos necesitado el producto. La oferta hace que sintamos que hemos aprovechado una oportunidad, aunque terminemos gastando en algo que no habríamos adquirido de otra manera.
Ay por favor. Cliché divino que repetimos cuando compramos algo caro. Queremos convencernos de que a largo plazo será útil o que nos beneficiará de alguna forma. Esta frase es común en compras como ropa de marca, gadgets tecnológicos o muebles caros, aunque no siempre sea cierto.
Esta frase está relacionada con el miedo a perderse algo (FOMO, por sus siglas en inglés). La usamos para convencernos de que si no compramos ahora, perderemos una oportunidad única, incluso si la compra no es urgente o necesaria.
Eso dijimos cuando nos compramos el Abdominalator 5000 pro pluscuamperfecto. ¡Se veía tan útil cuando lo promocionaban en la tele para hacer abdominales mientras realizaban las tareas del hogar, estudiaban o tejían al crochet 🙄😒.
Esta frase nos ayuda a sentir que un gasto extra es permisible si no se repite constantemente, aunque a veces lo usemos con demasiada frecuencia para justificar compras pequeñas, que, acumuladas, impactan nuestro bolsillo.
Esto se utiliza para justificar compras relacionadas con el autocuidado o el desarrollo personal, como tratamientos de belleza, membresías en gimnasios o cursos, aunque a veces lo usamos para compras que no necesariamente contribuyen a nuestro bienestar o crecimiento.
Esta frase minimiza el precio del producto, especialmente cuando hacemos comparaciones con productos más caros. Así justificamos la compra como si fuera una ganga, aunque estemos gastando en algo innecesario.
Esta es probablemente la justificación más común, pero también la más cuestionable. Decimos que necesitamos algo para convencernos de que es esencial, aunque en muchos casos sea más un deseo que una necesidad real.
La usamos para justificar compras de alto valor, con la idea de que el uso frecuente hará que el costo valga la pena. Esto puede ser cierto en algunos casos, pero también puede llevarnos a gastar de más en productos que no usamos tanto como pensamos.
El sesgo de confirmación es una tendencia psicológica que también se la conoce como síndrome de Estocolmo del comprador, por la cual buscamos, interpretamos y recordamos la información de manera que confirme nuestras creencias previas.
Cuando se activa la racionalización post-compra, que es este tipo de sesgo, estamos haciendo uso de un prejuicio cognitivo con el que vemos solo el lado positivo de una acción.
Cuando después de comprar un auto solo escuchás opiniones positivas sobre ese modelo y aunque están a la vista las opiniones negativas, elegís no verlas, ahí estás racionalizando tu compra.
También pasa cuando invertís en una acción y sólo leés artículos que predicen un alza en su valor, o cuando comprás un celular nuevo y solo te enfocás en los comentarios que hablan bien del mismo.
Ayuda a mitigar el malestar que sentimos cuando gastamos más de lo que debíamos o adquirimos algo que realmente no necesitábamos. Si bien esto puede reducir la disonancia cognitiva, también puede evitar que revisemos críticamente nuestras decisiones de gasto.
El famoso camino de ida. Una vez que justificás una compra saladita, podés inclinarte a seguir así. Esto es similar al Efecto Diderot, en el que una compra desencadena una serie de gastos adicionales no planificados.
La falta de autocrítica y la justificación constante te quedan siempre al alcance de la mano.
¿Hace falta explicarlo?
Para tomar decisiones más objetivas, tenemos que aprender a cuestionar nuestras creencias y buscar información que desafíe nuestras suposiciones. Si lo detectaste, tenés que leer y poner en práctica estas recomendaciones:
Ahora, contanos vos: ¿Conocías el sesgo de confirmación? ¿Cuál es tu experiencia?
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Es ahora o nunca
Gran frase 🤣🤣🤣🤣. Para qué te vamos a decir que jamás la usamos, si no es así 🙈
Si me gusta lo llevo. Por que no?
Si esa compra no va a comprometer tus finanzas, ¡avanti! 😅
Trato con mucho esfuerzo ja ja ...de aguantar por lo menos 7 días pensando si realmente necesito tal o cual cosa ...si al octavo día llego a la conclusión que lo necesito...voy y lo compro , sino ...no !