Tener hábitos de ahorro está bien visto, ¿no? Después de todo, guardar pesos -o, por qué no dólares- puede darnos tranquilidad y bienestar a futuro, y salvarnos las papas frente a algún imprevisto. Al igual que siempre hay un roto para un descosido, también hay diferentes estilos a la hora de ahorrar.
Es que, como en todo, pasarnos de la raya no está bueno. ¿Ahorrar está bien? Obvio. ¿No gastar nunca y cuidar cada centavo en pos de ese ahorro? Bueno, acá ya nos podemos poner a debatir.
En este instante capaz se activó un mecanismo que te hace cuestionar cómo sos cuidando la platita, porque tal vez nunca te lo cuestionaste. Bueno, para eso hicimos esta nota. Conocé los cuatro perfiles que enlistamos a continuación, y fijate cuál te identifica. Quién te dice, en una de esas te terminás llevando algunos trucos para ahorrar dinero día a día como profesional.
Es inevitable: todas las personas ahorramos de formas distintas, porque son muchos los factores que influyen en esta práctica que, tarde o temprano, se convierte (debería) en hábito. Por ejemplo, la personalidad es una de las cuestiones determinantes: si tu estilo es conservador, seguramente tengas formas de ahorrar más organizadas o, incluso, estrictas. En cambio, si “Carpe Diem” es tu lema favorito, quizás te cueste un poquito más guardar plata a fin de mes.
Obviamente, el contexto o el momento de nuestra vida que estemos atravesando también condiciona: hay lugares en los que es más fácil ahorrar que en otros, o situaciones familiares en que la plata sobra un poco menos que en otras. Lo importante es que no te desanimes. Al final, cuánto es lo que se debe ahorrar va a depender de tus capacidades reales de hacerlo, y no solo de tus ganas.
Ahora bien, hecha esta aclaración, veamos cómo sos guardando platita.
Leé las descripciones que ponemos acá, y fijate cuál es la que mejor encaja con tus hábitos de ahorro.
¿Quién no quiere encajar en esta categoría? Este tipo de persona suele establecer un orden de prioridades en sus gastos mensuales porque sabe qué es lo más importante y qué puede esperar.
¿Cuál es el mejor método para ahorrar dinero para esta gente? El famoso 50-30-20. O sea, destina el 50% de sus ingresos a los gastos fijos, un 30% a los gastos variables y siempre se asegura de dejar una porción -el 20% o un porcentaje similar mes a mes- para el ahorro. En definitiva, obligaciones, gustos y placeres, y ahorros: todo cubierto.
Acá no faltan las ganas, pero al momento de poner en práctica los hábitos necesarios… bueno, se complica la cosa. En este grupo están quienes por más que quieran organizarse mucho más con sus finanzas, se dejan llevar fácilmente por los impulsos.
Sabe cuáles son sus prioridades, sus objetivos y qué tiene que hacer para alcanzarlos. Pero el lanzamiento de un producto nuevo, algo que le llama la atención en una vidriera durante el paseo del domingo, o cualquier capricho, hacen volar la plata guardada. Como indica su nombre, se manejan por impulsos. El problema es que también pasa eso para gastar.
Ojo, suele suceder que en el intento de ahorrar busque ofertas, descuentos y promociones, pero al final termine despilfarrando por no analizarlas con detalle o comprar de más solo por aprovechar la ganga. ¡Guarda con las inversiones arriesgadas que terminan poniendo en jaque las cuentas!
Este perfil ahorrador tiene un problema de base: no sabe por qué ahorra, y en tanto no tiene una meta clara, se hace cuesta arriba trabajar por algo difuso. No hay ni planificación ni prioridades ordenadas. Si ahorra, puede decirse que es más una cuestión de suerte o de que su relación con la plata es más bien ansiosa, por lo que le cuesta decidirse al momento de gastar o hacer una compra.
Su mantra es: “Creo que este ahorro me puede servir para…”, pero la verdad es que recién a fin de mes destina al ahorro lo que le sobró.
Este estilo podría demostrar que los extremos nunca son buenos. Para esta buen gente, su vida gira en torno a la plata, y querer atesorarla es un rasgo muy marcado de su personalidad. El problema es que el ahorro es una herramienta para cumplir objetivos: comprar un auto, empezar un emprendimiento, remodelar la casa, etc. Sin embargo, en este caso, el ahorro es la finalidad en sí misma.
Acá es donde la línea entre ahorro y avaricia tiende a desdibujarse: recortás todo tipo de gastos, te privás de los gustos, evitás situaciones en las que tengas que gastar plata, o buscás la forma de gastar lo mínimo posible, resignando bienestar, comodidad y hasta, incluso, seguridad. Estas son señales de que no estás ahorrando, sino pareciéndote una personita tacaña. Sí, en el barrio se le suele decir rata, pijotero, o codito de oro. ¡Eso mismo!
Ahora que ya leíste todas las descripciones, ¿te identificás con algún perfil al ahorrar? Tranqui, que aunque por ahora este tema no sea tu fuerte, podés trabajar para mejorar tus hábitos.
Siempre te esperaremos por acá, como Penélope… pero sin tejer. Perdón, tenemos que reconocer que somos un poquito mejores hablando de Educación Financiera que haciendo chistes.
PD: ¡Tiene un cocodrilo en el bolsillo, esaaaaa nos estaba faltando!
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