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Ay el amor, el amor. Cenas, noches de pelis, y vacaciones compartidas. Pero como casi todo en la vida, los gustos hay que pagarlos. ¿Cómo hacerlo evitando conflictos y manteniendo la libertad financiera individual?
Todas las parejas en algún momento tienen que hablar de plata, es mejor sacarse la curita de un tirón a seguir posponiendo una conversación que, si bien en ocasiones puede ser algo incómoda, es necesaria para mantener la salud del vínculo.
Te dejamos algunos tips para manejar las finanzas de a dos:
- Plantilla y presupuestos: armar una plantilla de control de gastos y un presupuesto resulta práctico para organizarse. Hay distintas aplicaciones gratuitas como SplitWise, HoneyDue, GoodBudget, Splid o Tricount que pueden ayudar a manejarse de una manera más simple.
- Analizar los puntos de conflicto. ¿Hay diferencias grandes de sueldo? ¿Alguien gasta más de lo que gana? ¿Tienen hábitos de consumo o gustos muy diferentes? Al hablar del tema, el sincericidio es justo y necesario. No significa que si a uno le gusta darse gustitos tenga que dejar de hacerlo, pero siendo dos hay que tener en cuenta al otro y la situación general de la pareja. Para eso, hay distintas alternativas de organización.
- Cajas separadas: En este caso, cada uno mantiene su cuenta independiente y los gastos se van dividiendo a medida que van sucediendo. Este método requiere mucha organización y 100% de honestidad, ya que no tenemos visibilidad sobre el dinero disponible para la pareja.
- Crear un fondo común. Es una buena forma de ordenarse en el día a día. Podemos armarlo en base a los gastos mensuales y objetivos de ahorro que tenga la pareja.
- Otro punto para pensar es cómo se van a dividir los gastos. Hoy en día muchas parejas optan por hacer miti-miti, pero esto puede adaptarse si hay mucha diferencia entre los ingresos de cada uno. En ese caso, optar por un gasto proporcional puede ser lo mejor.
- No hay roles fijos. Las realidades pueden cambiar y para eso es necesario que haya dinamismo en la pareja. Podemos anticipar al futuro y estar preparados ante una crisis con un fondo de reserva, pero si hay un cambio de roles o cambia la situación financiera de la pareja, ya sea para bien o para mal, es hora de revisar los objetivos y ajustarlos a la nueva etapa.
- ¿Y ahora, cómo proyectamos? Una vez superada la etapa de los gastos, es hora de ponerse a ahorrar. ¿Qué tienen pensado para el futuro? ¿Quieren disfrutar unas vacaciones juntos?, ¿mudarse a un lugar más grande?, ¿cambiar el auto?, ¿tener un hijo? Estas preguntas son fundamentales para pensar el destino de un ahorro en común. Una vez acordado, es clave que los dos pongan la cabeza en ese objetivo y revisen periódicamente cómo viene el chanchito. Además del objetivo, tienen que pensar de qué forma van a ahorrar y cómo van a invertir ese dinero: también es importante que revisen juntos las alternativas de inversión disponibles hasta encontrar una que los deje tranquilos a los dos.
Evitar la infidelidad financiera. No es ni más ni menos que mentirle a la otra persona sobre tus finanzas. Comprar a escondidas, contraer deudas, o incluso tener una tarjeta de crédito en silencio. Hay quienes consideran que estas acciones se relacionan con una necesidad de experimentar libertad, y evitar consultar a la hora de tomar decisiones. Otra táctica bastante habitual, es mantener un fondo de emergencia secreto por si la relación no funciona. Una especie de “vía de escape”, digamos. ¿Te parece raro? ¡Es más común de lo que creés! Y si bien hay casos extremos en donde los préstamos y los intereses se van de las manos, existen otras situaciones que parecen más inofensivas, como esperar que tu pareja no esté para sacar las compras del baúl del auto, arrancarle las etiquetas y mezclarla con otros objetos para que pasen desapercibidas. Una táctica muy común es mentir sobre la ropa: “esta prenda ya la tenía, ¿nunca me la viste?”, o “¿te gusta? Me la regalaron”. Incluso hay quienes
inventan precios y dicen que pagaron menos de lo que realmente costó. Puede pasar que esta descripción no califique para vos como
infidelidad financiera. Son “cositas cotidianas” que parece que no le hacen mal a nadie, pero en realidad evidencian dificultades para comunicarse con honestidad.
Cada pareja es un mundo, ¡y cada billetera también! Para que el amor perdure y las finanzas no se interpongan en el camino, hay que ordenarse y hacerse preguntas para allanar el camino de una relación sana. Puede ser difícil hablar de plata, pero es necesario para sacarse dudas sobre qué piensan del dinero, cuán importante es para cada uno, cuánto ganan, cómo lo administran, y mucho más. Conocer a nuestra pareja no es solamente saber cuál es su película o gusto de helado favorito, sino también saber sobre son sus proyectos y hábitos financieros.
¿Llegaste hasta acá y te quedaste pensando en la descripción de infidelidad financiera? ¡Contanos si alguna vez recurriste a alguna táctica de las mencionadas en los ejemplos! Tal vez es hora de sincerarte y decir la verdad sobre esa remera que hiciste un bollo apenas volviste del shopping; no estaba tan barata como dijiste, Osvaldo.